No  le decían “ruso” como a Zielinsky ni como a Brailowsky.

Al “Ruso" Papi, lo llamaban así porque ese era su origen.

Pero a gatas heredó de tal ascendencia su condición de  gran jinete. Pero no como cosaco, formación militar de la dominación zarista, sino como un centauro de nuestras pampas nacido en Córdoba pleno de nomadismo interior.

Todos los sábados nos juntábamos en su casa un grupo de amigos a los que no nos hacía falta estar invitados con tarjeta de cartón (Gracias González Tuñón).

Por esa misma razón, no iba cualquiera. Y el “Ruso” no salía a recibir a nadie ocupado en su fragua de herrero esta vez lista para el asado.

En una de esas siestas arribaron inconsulta e inadvertidamente dos jinetes, botas inglesas, sillas idem, breech (seguro que también practicaban el bridge).

El “Ruso” me guiñó el ojo y me dijo “Venga conmigo, usted que es un gaucho de veras y no un gaucho de almanaque” (el “Ruso” no tenía ni idea quien era Molina Campos)

Las presentaciones hubieran resultado desparejas entre los tres o cuatro apellidos de los recienvenidos y yo, de no haber sido porque el “Ruso” me presentó como un periodista al  nivel del “Washington Post” o del “New York Times”.

Sin invitación a desmontar, los jinetes preguntaron por el nombre de un perro bravo que el “Ruso” tenía atado.

“Mauser”, les respondió y los de a caballo opinaron que era un nombre muy agresivo.

Cuando acertó a pasar por allí otro de sus numerosos perros, volvió la pregunta y el “Ruso” respondió, “No, ese se llama Samuel, nomás”.

Sin más, los visitantes se despidieron sin desmontar.

De regreso al grupo del asado, Papi me preguntó: “Que tal estuve”

“Bien – le dije. Pasa que los jueces tan apellidados desconocen el apellido de Samuel: ¡Colt, el revolver más famoso del Oeste!”.

“Por eso usted es un gaucho de veras y no uno de almanaque” me dijo y lo hizo citando a su amigo Yupanqui que canta en el video que acompaña estas líneas.

A todos los que se los conté, y les pregunté si creían que eso podría haber sido así , no me dijeron “creo que sí”.

“Siii! “ me contestaron.