Ya era una costumbre que el plantel de Racing de Córdoba, sus cuerpos técnico y médico y  sus masajistas y utileros reunieran todas las semanas una cantidad de dinero que alcanzara para realizar la apuesta más alta permitida para jugar al PRODE (Pronósticos Deportivos).

Este juego había nacido un 5 de noviembre de 1971, en la presidencia del presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse, por una iniciativa del ministro de Bienestar Social Francisco Manrique. Los argentinos apostaban con la ilusión de, sino hacerse ricos, al menos ganar una cantidad de dinero que les permitiera convivir con su economía de una manera más holgada y distendida.

La tarjeta ofrecía trece partidos y la de mayor valor permitía varias apuestas triples, algunas dobles y unas cuantas simples. ¿Qué significaba cada tipo de apuesta? La triple garantizaba un punto porque se ponía la cruz en todas las opciones (ganador local, ganador visitante y empate); la doble dejaba una de ellas al azar y la simple sólo permitía poner la cruz en una de las tres alternativas.

Racing debía jugar con Ferro Carril Oeste el último partido de la fecha, que en ese entonces se disputaba el domingo en horario nocturno.Tras la siesta, los jugadores, que concentraban en el hotel Savoy, en Alta Córdoba, bajaron de sus habitaciones a merendar.

Al conocerse los resultados de los partidos previos, el murmullo se convirtió en exclamación y ansiedad y también en un doble desafío: la tarjeta indicaba 12 puntos y para que fuera ganadora debía completarse con el triunfo albiceleste frente al equipo conducido por Carlos Timoteo Griguol. No había otra posibilidad.

¿A qué equipo habían apostado los futbolistas de Racing en el encuentro frente al equipo de Caballito? La cruz señalaba una apuesta simple, ubicada directamente en el casillero local. Por lo tanto, para que la pequeña comunidad racinguista conquistara el premio debía ganar sí o sí el encuentro que debía jugarse en la cancha de Instituto Atlético Central Córdoba.

¿Cómo terminó todo? Con el grito y el festejo desaforado de los jugadores con camiseta celeste y blanca ante la sorpresa de todo el público y también de los representantes de los medios de comunicación, que no podían entender semejante desmesura.

Racing, con dos goles de Roberto Gasparini (uno de ellos un golazo) ganó 2 a 1 y alcanzó los 13 puntos. Más de un futbolista fantaseó después con un futuro lleno de billetes en sus bolsillos. Lo cierto es que el anuncio radial de esa misma noche informaba de la existencia de casi un centenar de ganadores, lo que dividía el suculento pozo en partes no tan generosas.

¿Qué hicieron los racinguistas ganadores? Fueron a festejar en una parrillada ubicada en avenida Olmos, entre San Martín y Rivadavia. El alto precio cobrado por la comida a los bulliciosos comensales sirvió para que el dinero recibido por el premio, unos días después, les indicara el camino del trabajo como la única manera de seguir subsistiendo.