Boca atraviesa una profunda crisis futbolística. Este miércoles, en el estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero, cayó por 2-1 frente a Atlético Tucumán y quedó eliminado en los 16avos de final de la Copa Argentina. El equipo dirigido por Miguel Ángel Russo acumula diez partidos sin conocer la victoria, incluyendo los seis que disputó desde su regreso al banco de suplentes.

El conjunto auriazul generó chances claras sobre el cierre del primer tiempo, pero falló en la definición y lo pagó caro. En la segunda etapa, el Decano fue contundente: convirtió en dos de sus tres llegadas al arco y se llevó un triunfo que lo mete en octavos de final, donde enfrentará a Newell’s.

Tras una serie de frustraciones —la eliminación en la fase previa de la Copa Libertadores, la derrota con River, la salida de Fernando Gago y un Mundial de Clubes para el olvido—, Boca no logra reaccionar. Perdió el liderazgo en el Apertura, quedó afuera en cuartos de final y no encuentra respuestas en el Clausura, donde apenas sumó dos empates en el arranque.

Ni la jerarquía de Leandro Paredes, flamante refuerzo y campeón del mundo, alcanza para disimular la falta de funcionamiento colectivo. Con un equipo desorientado y sin confianza, Boca volvió a despedirse de un torneo con la cabeza gacha. El ciclo Russo, hasta ahora, no ofrece soluciones. Y los rivales, cada vez con más frecuencia, se animan a ganarle.